PUNTOS CARDINALES:
OESTE. Aquí nadie apagará nada, sino todo lo contrario.
NORTE. La temática y desarrollo de este blog dependerá única y exclusivamente de la fuerza y dirección del viento.
ESTE. El caprichoso autor se reserva el derecho de inventar un quinto, sexto y sucesivos puntos cuando le apetezca.
SUR. El lector dará a conocer este blog en sus círculos de amigos. Si tiene cuadrados de enemigos, que lo haga también allí.

miércoles, 7 de septiembre de 2016

Entre lo más bajo y las estrellas: cómo cambiar a Christopher Walken por Margaret Qualley, o el universo a cambio de un perfume


 



Tomen asiento. La función va a comenzar.
Silencio. Plano general de elementos dispuestos simétricamente: dos sillas, dos maceteros del tamaño de una persona; en lugar de una pared, al fondo hay una amplia cristalera dividida en 12 ventanales, apreciándose a través de ella que es de noche; una única mesa pequeña, casi inadvertida, en el centro de la imagen. En la silla de la izquierda un hombre sentado, de mediana edad; en la silla de la derecha, nadie; no se aprecia existencia de nadie más, ni en el exterior que deja ver la cristalera, ni en el interior del hotel. Todo ello enmarcado por una amplia cortina recogida a ambos lados de la cristalera, como si estuviéramos en un teatro y fuera a comenzar la función.

Un señor con pinta de estar cansado
Silencio. Plano medio. Esbozo que nos da información sobre el único personaje en escena. Lleva traje, pero no se esfuerza en este momento en presumir elegancia; quizá antes, quizá más tarde, pero no ahora. Está sentado en posición relajada, con las piernas abiertas a ambos extemos a todo lo que da la silla. Descansa ambos brazos sobre los del sillón, y las manos a su vez sobre los muslos. El pantalón lo lleva con el cinturón sobre la barriga, por encima de la cintura, clásica disposición de quien quiere mantener el mundo arriba, que no se caiga. La larga corbata cuelga por debajo de la altura del cinturón. A su izquierda, en el suelo y junto a la silla, su maletín, y el abrigo, todo tirado en el suelo; quizá más equipaje bajo el abrigo, por lo que abulta. Aunque no lo hemos visto, por cómo está echado en el suelo el abrigo, se percibe que deseaba soltarlo cuanto antes y sentarse. Está, si no derrotado, agotado. Si no está dormido, lo parece. La silla de la derecha, vacía, parece hablarnos de soledad. Justo a mitad de este plano, comienza a sonar la música.

¡Es Christopher Walken!
Música. Primer plano. ¡Es Christopher Walken! Ahora apreciamos que no está dormido. Está cabizbajo, mirando la nada, en silencio. En silencio él, pero la música está sonando, aunque él parece no haberla advertido aún. Parpadea por primera vez. Para mí, ese sutil primer parpadeo tiene mucha fuerza, porque en los instantes previos no se mueve en absoluto, es más, parece una estatua; mediante ese leve parpadeo, el yo del personaje irrumpe en la escena. De pronto, parpadea por segunda vez y repara en la música. Entonces mira hacia su derecha, para ver qué elemento del otro mundo, el externo, está importunando a la íntima nada de ese mundo que sólo a él le pertenece.

"Don't be shocked by the tone of my voice
It's the new weapon, weapon of choice"
Es el carrito de las toallas. Sobre el carrito hay un pequeño radiocassette, de donde proviene la música. El carrito es el único elemento que sugiere la presencia de al menos otra persona en el hotel, y sin embargo no veremos en todo el videoclip a nadie más que a Christopher Walken, que no es poco; si es que Christopher Walken es una única persona, un único yo. Es importante que la música venga sobre un carrito, ya que ello sugiere que la música “entra” en escena, que es móvil y dinámica, y que puede a su vez propagar ese movimiento en el entorno, contagiarlo . También vemos en la misma imagen, a la derecha, una puerta entreabierta, que sugiere la entrada a otro lugar, a otro mundo, a otro plano de consciencia o existencia, si se prefiere.

Vuelve a parpadear, por tecera vez, y mira a cámara. A nosotros. Al universo entero. Se podría decir que al primer parpadeo toma consciencia de sí mismo, al segundo parpadeo toma consciencia del mundo que le rodea, y al tercer parpadeo toma consciencia del Todo.


Retira la mirada de cámara y regresa al mundo. Parpadea por cuarta vez, y ahora respira. Una única respiración, profunda, para tomar aliento; hasta ahora, si es que respiraba, lo hacía tan levemente que era apenas perceptible.

Al quinto parpadeo, mueve ligeramente el cuello a uno y otro lado, en todas las direcciones posibles. Como si hubiese sido una estatua durante una eternidad y ahora tuviera que volver a aprender a moverse.

Aquí estoy...
Por fin se incorpora, tomando impulso sobre los brazos de la silla, al mismo tiempo que la cámara pasa del primer plano a un plano medio. Se planta erguido ante la cámara mientras afirma bien en el suelo uno por uno sus dos pies, con ambos brazos colgando a los costados, en un “aquí estoy”, enfrentando la cámara como si se enfrentara al universo entero, al más puro estilo de los duelos a revólver en el lejano oeste.

¡KABOOM!

La cámara se aleja poco a poco hasta un plano más general, y el amigo Walken de pronto estalla, como una supernova, en un baile que tiene algo de chamanismo moderno. Se ha invocado a sí mismo; y ahí está. Él bailando es él lejos de la anterior nada, el universo expandiéndose y danzando.


Camino hacia delante; alzo mis rodillas sobre el suelo; atravieso el aire con mis brazos. Camino hacia delante. 
¡Soy un lobo!
Doy una patada, como un cometa. Giro como un planeta. Agujero negro, mi propia gravedad me absorbe. Soy un cometa, soy un planeta, soy rodillas y brazos adelante.
Soy la constelación del lobo. A derecha e izquierda soy un cometa, soy un planeta, soy las estrellas. Soy el que está ante la puerta, y el que la abre. Si tuviera miedo de cruzarla me lo pensaría dos veces, pero ¿me ves pensarlo
¡Ya he llegado!
dos veces? No, la cruzo. La cruzo de espaldas, ¿me ves? Llamo al timbre de ese mundo. No para que vengan a recibirme, sino para que sepan que he venido, y luego igual que vengo me voy; ahí os quedáis. Me voy igual que vine: bailando. Soy la constelación del carro. Soy la estrella ascendente, las escaleras son para mí, y si quiero las subo de espaldas. No necesito subir, están ahí para subirme a mí. Sólo tengo que bailar.
 
Soy la constelación del pato, y bajo para abajo. Un paso, dos pasos, tres pasos, cuatro pasos, cinco seis siete ocho y ya estoy abajo. Me salgo del mundo. Vuelvo a entrar. Soy la constelación gacela, soy el águila, soy Pegaso, la cruz estelar, el torbellino, soy otra voltereta de la fortuna; me caigo y me levanto, no sin mirar a ambos lados.
Soy la cruz, soy la gacela, soy la cruz; puedo subirme a la mesa y de una patada sacar de órbita el periódico de hoy, y bailar, bailar sobre el presente de la mesa.

Soy una cuchara, soy una tetera...
¡Tiembla, Carlton Banks!
Salto de regreso al mundo y soy la elegancia sin siquiera
¡Echa perfume aquí!
sacarme las manos de los bolsillos. El lobo. La garza. La hiena a punto de robar. El torbellino.
¡Trololololó lololó loló!
¿Tomaré la píldora roja o la azul?
Soy infinitas versiones de mí mismo bailando en universos infinitos. Vengo de lejos y no tengo prisa por llegar, pues vengo bailando. Puedo ir a la derecha, ¿pero por qué no a la izquierda? Subo o bajo, es lo mismo. Arriba, soy un torbellino y giro. Arriba no es nada si no sé volar, así que es hora de volar y vuelo. Me tiro de cabeza y me sumerjo en el cielo. Visito los confines,

los límites, y donde el mundo acaba, en lugar de detenerme cojo impulso. Veo el mar infinito y navego su cielo y lo asciendo y lo asciendo hasta saber de mí. Te veo, universo, ¿me ves tú a mí? Vuelo en picado a tu encuentro. Caigo al mundo; al mundo firme, y retomo consciencia de sus milimétricos límites. Silencio total. Regreso a mi silla, a mi pequeño lugar en el mundo. Estoy agotado. Un parpadeo; regreso al mí que mi cuerpo limita. Otro parpadeo; nada.


El videclip acaba exactamente igual que empieza. Es cíclico. Si lo pusiéramos en reproducción contínua, nos mostraría un contínuo despertar y apagarse de la conciencia, del movimiento, de la vida. Como decía anteriormente, Christopher Walken es el único personaje; a mi entender, porque simboliza varias cosas a la vez: al hombre y su capacidad de imaginar y crear un mundo propio, a la consciencia que despierta como inteligencia capaz de comprender la existencia del universo y de sí misma, y al universo creándose y destruyéndose una y otra vez en un ciclo infinito. No es sólo un tío que está ahí y se despierta por la música. No es un tío que está aburrido.
Me voy a girar para que veas mi cuarto ojo...
¡¡¡Es Christopher Walken, coño!!! Uno de los poquísimos actores capaces de interpretar el papel del Universo; y eso, al mismo tiempo que interpreta al Hombre y a La Consciencia durante la misma actuación.

No he prestado atención a la letra de la canción. Mi inglés es pésimo, y me he aprovechado de ello para darle una interpretación al mensaje cinematográfico del videoclip sin que me influenciara el mensaje lírico de la canción. Sólo ahora, al acabar, he buscado la letra para leerla. Es muy sencilla. Aparecen un chico y una chica, pero es anecdótico, salvo por el “yo” narrativo del chico. Lo importante es el estribillo, en que repite una y otra vez: “Escucha el sonido de mi voz (…) es el nuevo arma, el arma elegida”. La voz del cantante como arma, es la música que despierta al personaje del vídeo. Y otra frase de la letra me llama la atención por su cercanía a la interpretación que hago del videoclip: “A medio camino entre lo más bajo y las estrellas”; que está relacionado con el despertar del personaje, su toma de conciencia primero como individuo y luego como ser que forma parte de un universo y que, a la postre, es ese universo.

* * *

Ahora pasaré, muy a mi pesar, a hablar de la versión que hacen los publicistas para el anuncio de perfume Kenzo. Muy a mi pesar. Y por eso voy a ser muy hijo de puta. Para equilibrar, porque lo que han hecho es una hijoputada. Hace un rato discutía con un amigo sobre si esto es un homenaje o un plagio, y viendo que mi argumentación debía ser más pormenorizada, decidí escribir esto. Suelo decir, medio en broma medio en serio, que la reflexión debe hacerse después de las flexiones. Por eso, antes de reflexionar por qué es un plagio, he tenido que hacer un montón de flexiones con el vídeo original, y unas pocas con la versión perfumera para Kenzo (es tan pobre que no da para más).


Plagio. ¿Por qué plagio y no homenaje? Homenajear es crear un puente hasta el original, una referencia, un guiño, sin que por ello la pieza actual deje de ser una pieza con identidad propia, con elementos de valor únicos. Un homenaje es, por ilustrarlo con números, 10% guiño y 90% originalidad. Un plagio es 90% guiño (¿guiño?) y 10% originalidad. Y si guiñas el ojo durante demasiado tiempo, no es un guiño, es el ojo malo de un tuerto.

El videoclip original “Weapon of Choice” para Fatboy Slim es una joya sublime. Al primer visionado te parece divertido. Al segundo visionado (porque lo verás por segunda vez, te lo aseguro), te parece una divertida maravilla. Al tercer visionado empiezas a darle al pause, a rebobinar escenas, a recrearte en los detalles; y descubres que es una divertida y maravillosa alegoría del universo… y que, de hecho, podrías ponerlo en reproducción continua, como el universo expandiéndose y contrayéndose una y otra vez provocando infinitos big-bangs.

¡El universo está en continuo movimiento, expansión y contracción infinitas!

Para ser justos, haré un repaso de la versión feromónica para Kenzo.


Ven una performance sobre el universo que se expande
Para empezar, el personaje (interpretado por Margaret Qualley) empieza con los ojos abiertos. Es ella, y punto. No hay metáfora de despertar. Ni sugerencia ninguna, salvo por el hecho de rodearla de personas una generación más cerca de la muerte que ella. Bueno, sí está la compañera, que parece ser de la misma generación. Pero la compañera disfruta del momento. La protagonista, en cambio, es una petarda. Sí, es una petarda; y por eso más tarde veremos que explota. Cuando todos los demás aplauden, ella pone cara de malditos seáis todos, y encima aquí no ponen ron-cola, y yo no entiendo nada y mi amiga me tiene que explicar lo que dice el del escenario, porque yo no entiendo una mierda de sus metáforas… ¡que hable claro y llame al pan “pan” joer! Así que coge y se va poniendo la excusa de que va a ver las lámparas del pasillo de fuera, que le han gustado mucho. Pero es mentira, porque cuando sale fuera ni mirar las lámparas, oye. En vez de eso se pone a pensar en sus cosas: en lo caro que está el pan, en el rollo de la otra noche en la disco, en que no le dieron más que 357 likes en facebook cuando publicó que volvía a estar soltera.


Error crítico del sistema...
... imposible recuperación.
De pronto le da un pantallazo azul, de tener abiertas tantas pestañas a la vez en su cerebro, y se le empiezan a ir los ojos para todas partes como a una loca. En el original, Walken toma conciencia de sí mismo y empieza a parpadear, luego se levanta en cuanto toma conciencia del entorno, y después empieza a bailar, a “ser”. Aquí el personaje no toma conciencia de ser, de lo que es. Apenas se da cuenta, si acaso, de lo que no es, y es por eso que se escapa de la sala. De alguna manera, ella se siente sola en un mundo al que no pertenece. Pues pija del coño, si no perteneces a ese mundo, no haber ido. ¿Ahora te das cuenta? Se interpreta este anuncio como una crítica a la hipocresía social, como una mujer independiente que quiere ser ella misma. Pues mira, no. Ésta es una pija caprichosa, y punto. Y es una hipócrita, porque ha ido a un evento que detesta, en compañía de personas que detesta. Y ahora le da por huir; ahora. Pues lo siento, pero no podrá huir de sí misma, porque es una petarda. Y por eso, porque es una petarda, ahora explota. Se prende la mecha en sus ojos, que empiezan a chisporrotear, a guiñarse, el cuello se le va, la lengua se le va, todo muecas, como si estuviera aguantándose los gases. Y a partir de ahí todo es meneo. Si tenía gases, los ha soltado por necesidad. Y agita los brazos y mueve todo el cuerpo como una loca, que le falta hacer twerking.
¡Twerking: sal de este cuerpo puro y cristiano!
Coñas aparte, hay que decir que el baile es tremendo, sobre todo teniendo en cuenta que baila sobre tacones (no sé si Christopher Walken podría bailar sobre tacones, aunque no lo descarto). A partir de aquí continua imitando el vídeo original en su deambular por el pasillo en dirección a cámara. Eso sí, dando patadas a cámara a lo Spice Girl que da gusto (eso sí es un guiño). Habla con su mano-marioneta y la muerde, lo cual viene a ser lo más parecido a personalidad compleja que alcanza a mostrar. Ahora empieza el juego con
Aguanaguanabí guanaguanabí guanaguanabí
los espejos en el pasillo. Sin embargo, si en el original el personaje de Walken se multiplicaba en los espejos hasta el infinito, con la lectura que ello conlleva tanto de personalidades posibles como de universos, en ésta el reflejo tan solo muestra un duplicado, un pobre duplicado. Y está bien, porque el personaje hipócrita sólo tiene dos caras, la verdadera y la falsa, y no da para más. Cualquier


¡Me apetece un helado de vainilla!
¡Mira lo que hace la guarra de tu hija!
personaje mínimamente profundo tiene más de dos caras, y ninguna de ellas es falsa. El juego del espejo se repite varias veces, pero todas ellas con el mismo esquema. Y sí, que camina con los brazos consigo misma por el espejo como la niña del exorcista (esto también sí que es un guiño). Luego se ve que le apetece un helado de vainilla, porque le hace carusas y carantoñas húmedas a la cabeza de la estatua, que supongo que representa la cultura (bien, bien, ya te vamos conociendo, pijaelcoñopoligonera), y luego sube las escaleras corriendo que da gusto, como Vivien Leigh en Lo que el viento se llevó corriendo por las escaleras detrás de Clark Gable, pero parriba en vez de pabajo. Luego, ya en el primer rellano, hace como que se persigna o como que se echa gas pimienta a la cara ella misma, lo que está bien, sea lo que sea, porque falta le hace. Luego juega al pato y a la oca, y hace como la Lola Flores encocá en el segundo rellano.
¡Refréscate con Coca-Lola!
La coz del Robocop
Luego hace la del robocop coceador, que lo que pasa es que está calentando para la que le va a dar al pobre hombre que está ahí hablando por teléfono. Éste es otro elemento diferenciador del vídeo original: aquí aparecen más personajes. Porque ella no está sola, no es un individuo en tanto que toma consciencia de sí misma, sino que pretende alcanzar a serlo (lo siento, querida, corres en la dirección equivocada) diferenciándose de los demás de forma artificial: huyendo del entorno social (pretendiendo autoconvencerse de no pertenecer a él) en lugar de ser ella misma en ese entorno o en el que sea.
Así que le retuerce el pescuezo al pobre hombre. Por la espalda. Qué fuerte que soy. He huido del mundo y no
quiero a nadie en mi mundo, así que fuera de aquí. Después de nuevo caminando por el pasillo hacia cámara, pero ahora destruyendo todo a su paso con rayos;
¡Te vas a enterar, Kylo Ren!
porque sí, porque es una destroyer. Y se sube a la mesa. Esta escena es importante para ejemplificar cuándo un plagio es un plagio y no un homenaje. En la escena inicial, el bailarín se sube sobre la mesa, y no sólo baila, sino que antes le da una patada al periódico. El periódico representa el presente, las preocupaciones mundanas del día a día (es más: las preocupaciones mundanas impuestas por los demás). En esta imitación barata, la bailarina se sube sobre la mesa, y baila, sin más; he dicho que sin más, no busques segundas lecturas.

MªJesús y sus muñecos
Que sí, que se le van las manos, y los pies; como en el resto del vídeo; si es que todo el vídeo es así. Y acto seguido entra en el teatro, en un teatro vacío. Y aquí es donde se declara la personalidad egocéntrica de la poligonera esta. No le gustaba la actuación que estaba viendo, por dos razones: porque no la entendía, y porque no era ella el centro de atención. Ahora es ella el centro de atención. Vale que no hay público. Pero hay un foco de luz que la ilumina a ella, y sólo a ella, la única estrella sobre el escenario, y eso es lo
"Todo esto es la muuusicaaa que rodea tu cueeerpooo..."
que cuenta. Eso y que se imagina que le está haciendo un pase privado a Sergio Dalma, digo yo. No hay público pero ella se siente el alma de la fiesta. Sí, hija, eres el alma de la fiesta. Ahora estate quietecica un rato. Pero no, no se está quieta; aún le queda coca, digo cuerda, pa un rato.
¡Qué ganas tenía de hacer parkour!
Por fin sale al exterior. Ésta es otra diferencia con el original. En el original todo sucede en el interior, pero el despertar del personaje y toda la danza que genera sugiere universo, cosmos, viaje al infinito y regreso a uno mismo. Aquí, en cambio, el viaje que se produce en el personaje es tremendamente pobre. Una pobre huida de un interior habitado por la sociedad a un exterior deshabitado; el exterior deshabitado aquí simboliza liberación, posibilidad de respirar, al mismo tiempo que disponer de espacio para sí misma. Y el ojo. El ojo simboliza algo. Lo sé.
Tenías que romperlo, ¡japuta!

Déjame pensar. ¡Debe de simbolizar algo! Espérate, que lo a traviesa volando y le destroza la pupila, y sale confetti, y ella aterriza a lo supergirl. Pues puede que simbolice cómo la ven los demás; que rompe con eso. Por decir algo. Pero si ahí ya no hay nadie para verte, hija de mi alma. Si has salío corriendo, ¡quién va a verte? Que no te está mirando nadie, que están todos dentro, viendo la función que importa. Que lo que has roto ahí afuera es un ojo gigante de colorines que alguien se había currao mucho. ¡Serás japuta! ¡Petarda egocéntrica, que sólo piensas en ti misma!
Y luego hace el King Kong. Y no vuelve a ella misma, porque nunca salió de sí misma, sino que no ha hecho más que correr a tomar el fresco. Y sale el bote del perfume, que tiene forma de ojo (ah, coño, era eso).

Según las teorías cosmológicas más radicales, el universo ni se expande ni se contrae, sino que lo menea King Kong


¡Agh, me duele el cerebro!

Plagio. Homenaje una mierda. Plagio. Porque no tiene guiños al original, sino ojo tuerto. Y ya está. Y ahora mirad quién hizo el vídeo original para Fatboy Slim, y quién ha hecho éste para el perfume Kenzo. El mismo director. Sí, el mismo: Spike Jonze. Que es un buen director no se discute. Pero ha caído en el peor de los pecados: plagiar. Y diréis: ¿cómo va a ser plagio si los dos vídeos son suyos? Pues eso es lo peor. Me imagino a los de Kenzo, o a los publicistas, pidiéndole que les haga “un vídeo como” el que hizo para Fatboy. Y él diciendo “enséñame la pasta”. Y copiándose a sí mismo. Plagiando. Porque se ha limitado a copiar la forma superficial, sin dotarlo de detalles de profundidad propios que de verdad lo hagan grande. Podía haber creado algo nuevo, brillante. En lugar de eso, nos ha recalentado las sobras de Fatboy. Aunque, pensándolo bien, ha sido un hipócrita, lo cual encaja bien con un anuncio de perfume. ¡Me gusta que haya sido un hipócrita! Bueno, en realidad no me gusta que haya sido un hipócrita, pero es que me encanta que haya puesto a bailar así a Margaret Qualley.

Y me encanta Margaret Qualley. ¡Por dios! ¡Es suprema! La actriz. La bailarina. Qué manera de hacer que valga la pena ver bailar a un personaje de mierda de un videoclip de mierda de un perfume de mierda. ¡Gracias, Margaret!

























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